Artículo original redactado por Lucía Corral Riocerezo publicado en Eres Deportista
Existen muchos mitos en torno a la nutrición que los dietistas-nutricionistas tratan de aclarar tanto en los medios de comunicación como en las consultas individualizadas. Por ejemplo, comer un poco de todo no es tan acertado como parece, y es que en la digestión hay muchos mecanismos bioquímicos implicados.
Las pirámides nutricionales, ¿uno de los tantos mitos?
Cada país adopta su propia forma de mostrar a la población cuáles son los alimentos que han de estar presentes en mayor proporción en el día a día. Este método de explicación ha de ser sencillo y visual, puesto que va dirigido a todos los públicos. El hecho de no hacerlo favorece la invención de mitos.
Estos sistemas se conocen técnicamente como guías alimentarias y, como se ha dicho anteriormente, cada país tiene la suya propia.
Historia
El origen de las guías alimentarias se remonta al principio del siglo XX. La primera guía de alimentos en Estados Unidos fue desarrollada por la USDA —United States Department of Agriculture— y modificada posteriormente por Louise Light.
Light desarrolló una pirámide alimentaria basada en verduras y hortalizas que incluía además varias raciones de frutos secos, huevos, pescado, legumbres y carne. Recomendaba el consumo de granos enteros de forma limitada, al igual que el de lácteos, y fomentaba el consumo de grasas en forma de aceite de oliva.
En general, su modelo estaba basado en alimentos frescos, de calidad y saciantes. Desafortunadamente, el gobierno hizo algunos cambios y su calidad nutricional disminuyó.
Se aumentaron las raciones de cereales y lácteos recomendadas en detrimento de la disminución de los alimentos proteicos. Estas modificaciones conllevaron involuntariamente un aumento de las enfermedades y obesidad en la población.
Actualidad
Hoy en día, el modelo de la pirámide alimentaria en España se va actualizando y mejorando año tras año. Sin embargo, no es un modelo que ha de tomarse al pie de la letra, ya que podría llevar a confusión.
La pirámide alimentaria española divide los alimentos en función de su consumo en tres grupos principales: consumo diario, semanal y ocasional. El problema que se presenta es la ambigüedad del término 'ocasional'; dependiendo del contexto y la fuente consultada, este puede ser uno u otro.
De este modo, para algunos sujetos implica un consumo quincenal, cuando realmente estos alimentos no debieran consumirse ni siquiera todos los meses. Un ejemplo de alimento dentro de este grupo serían los turrones o el alcohol.
Otra de las guías nutricionales más extendida es el Plato de Harvard, que simula un plato real en el que se distribuyen los alimentos en proporción según cómo han de consumirse en cada comida. Este modelo resulta interesante porque no hace referencia a productos superfluos y se centra en representar los grupos de alimentos necesarios para el día a día.
El etiquetado nutricional para desterrar mitos
El etiquetado nutricional es la herramienta de la que disponen los consumidores para comprar unos alimentos u otros. El responsable del control del etiquetado es el gobierno, y existen leyes que lo regulan.
El problema que presentan los usuarios es el desconocimiento de cómo interpretar el etiquetado, ya que no existen entidades públicas que eduquen en la lectura de etiquetas.
La industria alimentaria, conocedora del desconocimiento generalizado por parte de la sociedad, utiliza reclamos saludables en sus productos para aumentar sus ventas. A continuación, se van a analizar algunos.
Bajo contenido en sal
Este probablemente sea uno de los más utilizados y útiles:
Solamente podrá declararse que un alimento posee un bajo contenido de sodio/sal, así como efectuarse cualquier otra declaración que pueda tener el mismo significado para el consumidor, si el producto no contiene más de 0,12 g de sodio, o el valor equivalente de sal, por 100 g o por 100 ml. Por lo que respecta a las aguas distintas de las aguas minerales naturales cuya composición se ajuste a las disposiciones de la Directiva 80/777/CEE, este valor no deberá ser superior a 2 mg de sodio por 100 ml.
Existen muchos productos con menos sal, diseñados para personas con esta restricción dietética. Estos productos pueden ser adecuados para el tratamiento de la hipertensión arterial. No obstante, no hay que olvidar el hecho de que un producto sea pobre en sal no lo convierte en saludable.
Light
Existe la errónea creencia de pensar que la grasa no es saludable, y no siempre es así. Aprovechándose de esto, la industria alimentaria promocionó durante mucho tiempo estos productos. La ley dice que para que un alimento sea light —dietético— ha de cumplir lo siguiente:
Las declaraciones en las que se afirme que un producto es «light» o «lite» (ligero), y cualquier otra declaración que pueda tener el mismo significado para el consumidor, deberán cumplir las mismas condiciones que las establecidas para el término «contenido reducido»; asimismo, la declaración deberá estar acompañada por una indicación de la característica o características que hacen que el alimento sea «light» o «lite» (ligero).
Más allá de ello, al igual que en caso anterior, esta alegación de salud no implica que el producto sea saludable. Uno de los snacks más consumidos en el mundo son las patatas fritas, ricas en sal y en grasas no saludables. Ni siquiera su versión light es saludable: contienen la misma cantidad de sal y, aunque se utilice menos cantidad de aceite, este no suele ser de buena calidad.
En definitiva, estas son solo algunas demostraciones de mitos sobre la nutrición que, lamentablemente, invaden nuestra vida cotidiana. Debido a los peligros que pueden generar a largo plazo para la población general, es sumamente recomendable una educación temprana y a consciencia de parte de los individuos para detectarlos.